El
conflicto entre el Líbano e Israel hunde sus raíces en la decisión de Gran
Bretaña de abandonar Palestina en 1947. En la 'Tierra Prometida' ya existían
entonces enfrentamientos entre los habitantes autóctonos y los judíos que se
habían ido asentando allí con la esperanza de crear un 'hogar nacional'.
Con
la retirada británica, la resolución del conflicto quedó en manos de las
Naciones Unidas (ONU) que, para poner fin al problema, aprobó el 29 de
noviembre de ese mismo año un plan de partición del territorio en dos zonas:
una israelí y otra palestina. El 14 de mayo de 1948, David Ben Gourion proclamó
el Estado de Israel, una decisión nunca aceptada por los palestinos.
En
junio de 1978, las fuerzas israelíes se retiraron del Líbano, exceptuando lo
que Tel Aviv denominó "zona de seguridad".
Durante
el verano de 1982, Israel puso en marcha nuevamente una gran ofensiva contra el
país vecino. La operación militar recibió el nombre de 'Paz para Galilea'.
El
25 de julio de 1993, tras la muerte de siete soldados israelíes, Tel Aviv puso
en marcha la 'operación Rendición de Cuentas' (la 'Guerra de los Siete Días'
desde la óptica libanesa), en la que el sur del país sufrió la mayor ofensiva
militar. Los combates acabaron al llegar las partes contendientes, con la
mediación de Estados Unidos, a un acuerdo por el que se estipulaba que los
combatientes de Hizbulá no atacarían el norte de Israel y que los israelíes no
atacarían a personas o blancos civiles en el Líbano.
Sin
embargo, este acuerdo no acabó con los combates, trasladados a la 'zona de
seguridad' y al norte de Israel.
El
11 de abril de 1996, Israel emprendió la 'operación Uvas de la Ira', que se
prolongó por espacio de 17 días y que supuso la reanudación de los ataques
contra Beirut por primera vez desde 1982. Más de 300.000 libaneses y 30.000
israelíes se vieron obligados a huir de sus hogares para no perecer en la
contienda. Las bajas civiles fueron, no obstante, cuantiosas.
La
retirada de Israel
En
mayo de 2000, y ante el rápido avance de Hizbulá, el Ejército israelí se retiró
de los territorios ocupados en el sur del Líbano más de seis semanas antes de
lo acordado.
La
tensión entre los dos países se recrudeció por la decisión de los libaneses de
hacerse con parte del caudal del agua de uno de los afluentes del río Jordán.
Israel calificó de "intolerable" la postura y amenazó con el uso de
la fuerza para evitarlo.
Desde
entonces, el clima de tensión y desencuentro ha sido constante en la zona.
Tanto Israel como el Líbano contribuyen a alimentarlo con ocasionales escarceos
en territorio enemigo y veladas amenazas contra la integridad del país
contendiente.
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